jueves, 11 de octubre de 2012

Misiva Imperial

Ha llegado a mi conocimiento que se han estado haciendo preguntas acerca del paradero de Thorald Melena Gris.

Es mi deber informar de que el prisionero está en manos de los agentes Thalmor, que lo han escoltado al bastión de la Guardia del Norte.

No creo necesario proporcionar detalles. Lo más recomendable para todo el mundo es que no se hable más de este asunto. Confío en que no se realicen más preguntas al respecto.

General Tulio

Juego en la cena

Prólogo del editor:

La historia que se esconde tras esta carta es casi tan interesante y oscura como la que narra el relato. La carta original dirigida a un misterioso Dhaunayne se copió y empezó a circular por Cenicia de Páramo de Vvarden hace unos meses. Con el tiempo, una copia se abrió camino hasta llegar al continente y, concretamente, hasta el palacio que el príncipe Hlaalu Helseth tiene fuera de Almalexia. Aunque el lector puede llegar a la conclusión, tras haber leído esta carta, de que el príncipe estaría furioso por esta obra que ataca su condición con gran malevolencia, ocurrió justo lo contrario. El príncipe y su madre, la reina Barenziah, hicieron imprimir en secreto varias copias encuadernadas que mandaron a las librerías y a los libreros de todo Morrowind.

De hecho, está documentado que el príncipe y la reina no llegaron a comunicar oficialmente si la carta era resultado de la pura imaginación o se basaba en hechos reales. La Casa Dres denunció públicamente la obra y, además, nadie llamado Dhaunayne, pese a lo que sugiere la carta, ha estado relacionado con la casa. Dejamos que el lector interprete la carta como crea conveniente.

--Nerris Gan, editor

Oscuro señor feudal Dhaunayne:

Como me pediste, me dirijo a ti para describirte detalladamente mi experiencia de la pasada noche y las razones por las que solicito una nueva tarea a la Casa Dres. Espero haberte servido bien en mi puesto de informador de la corte del príncipe Helseth, un hombre que, tal y como he relatado en mis informes anteriores, podría llegar a darle lecciones a Molag Bal sobre cómo conspirar. Como sabes, he pasado casi un año abriéndome camino para formar parte de su círculo más íntimo de consejeros. Él necesitaba amistades cuando llegó por primera vez a Morrowind y, con entusiasmo, me eligió junto a unas pocas personas más. Pese a todo, se encontraba poco dispuesto a confiar en cualquiera de nosotros, lo que quizá no es de sorprender, dada su delicada posición dentro de la sociedad de Morrowind.

Recuerdo a Su Maldad que el príncipe es el primogénito de Barenziah, que fue en su día reina de Morrowind, así como reina del reino de Quietud en Roca Alta. Tras la muerte de su marido el rey Eadwyre, padrastro del príncipe Helseth, se desencadenó una lucha de poder entre el príncipe y la hija de Eadwyre, la princesa Elysana. Pese a que los detalles de lo sucedido son escasos, queda claro que Elysana ganó la batalla y se convirtió en reina, desterrando a Helseth y a Barenziah. El otro retoño de Barenziah, Morgiah, había abandonado ya la corte para casarse y convertirse en la reina del reino de Primada, en la isla de Estivalia.

Barenziah y Helseth no cruzaron el continente para volver a Morrowind hasta el pasado año. Fueron bien recibidos por el tío de Barenziah, nuestro actual rey, Hlaalu Athyn Llethan, que ascendió al trono tras la abdicación de Barenziah hace más de cuarenta años. Barenziah dejó claro que no tenía la intención de reclamar el trono, simplemente venía a retirar su patrimonio familiar. Helseth, como ya sabes, ha estado deambulando por la corte real y muchos han comentado en voz baja que, aunque había perdido el trono de Quietud, no tiene ninguna intención de perder el de Morrowind tras la muerte de Llethan.

He mantenido informada a Su Maldad de los movimientos del príncipe, de sus reuniones y sus conspiraciones, así como de los nombres y del carácter del resto de sus consejeros. Como recordarás, a menudo he llegado a pensar que yo no era el único espía de la corte de Helseth. Anteriormente mencioné que, en concreto, uno de los consejeros dunmer de Helseth se parecía a alguien que había visto con anterioridad en compañía de Tholer Saryoni, el archicanónigo del templo del Tribunal. Otra es una joven nórdica, que según hemos verificado visitó la fortaleza imperial en Balmora. Por supuesto, en estos casos, puede que estuvieran haciendo negocios para el propio Helseth, aunque no puedo asegurarlo. Empecé a pensar que yo mismo me estaba volviendo paranoico, como el mismísimo príncipe, cuando me encontré dudando de la sincera lealtad del chambelán del príncipe, Burgess, un bretón que ha ocupado ese puesto desde sus días en la corte de Quietud.

Esos eran los antecedentes de anoche.

Ayer por la mañana recibí una repentina invitación para cenar con el príncipe. Teniendo en cuenta mi paranoia, envié a uno de mis sirvientes, que es un criado bueno y leal de la Casa Dres, para que vigilara el palacio y me contara si ocurría algo inusual. Justo antes de la cena, volvió y me relató lo que había presenciado.

Permitieron la entrada a palacio de un hombre cubierto de harapos, que estuvo allí durante algún tiempo. Cuando salió, mi sirviente vio el rostro que se escondía bajo su capa: el de un alquimista de dudosa reputación, del que se dice que es el proveedor más importante de venenos exóticos. Como buen observador, mi sirviente también se percató de que el alquimista entró en el palacio oliendo a trigo de mecha, a verde amargo y a algo extraño y dulce. Cuando se marchó, no olía a nada.

Llegó a la misma conclusión que yo. El príncipe había reunido los ingredientes para preparar un veneno. El verde amargo, por sí solo, resulta mortal cuando se come crudo, aunque el resto de ingredientes propiciaban algo mucho peor. Como Su Maldad sin duda se podrá imaginar, asistí a la cena de aquella noche preparado para cualquier contingencia que pudiera ocurrir.

El resto de consejeros del príncipe Helseth al completo estaban esperando, y noté que todos se mostraban ligeramente preocupados. Por supuesto, me imaginé que me encontraba en un nido de espías y que todos sabían de la misteriosa reunión del príncipe. Era igualmente posible que unos supieran de la visita del alquimista, mientras que otros solo estaban afectados por la naturaleza de la invitación del príncipe e, incluso, alguno podría haber adoptado de manera inconsciente la tensa disposición de sus compañeros, de los consejeros mejor informados.

Sin embargo, el príncipe, que estaba de buen ánimo, hizo que pronto todos se relajaran y se sintieran a gusto. A las nueve, nos condujeron a todos al comedor, donde nos esperaba un festín. ¡Y qué festín! Apetitosas manzanas recubiertas de miel, estofados aromáticos, asados bañados con diversas salsas de sangre y cada una de las variedades de pescado y ave de corral preparada ostentosamente por manos profesionales. Jarritas de oro y cristal para el vino, el flin, el shein y el mazte se encontraban en el puesto de cada comensal para que saboreáramos adecuadamente todas esas bebidas con cada plato. Al oler esos aromas tan tentadores, se me ocurrió que, mezclado con ese laberinto de especias y condimentos, un veneno discreto sería indetectable.

Durante la comida, hice como si estuviera comiendo los alimentos y bebiendo los licores, aunque cautelosamente no me tragué nada. Finalmente, retiraron las bandejas y la comida de la mesa y colocaron una sopera de caldo especiado en el centro de todo el banquete. El sirviente que lo trajo se retiró a continuación, cerrando la puerta del comedor tras él.

“Huele divinamente, mi príncipe”, dijo la marquesa Kolgar, una mujer nórdica. “Pero ya no soy capaz de comer nada más”.

“Alteza”, añadí, fingiendo un tono de amabilidad y de ligera embriaguez, “sabes que cualquiera de los comensales de esta mesa estaría dispuesto a morir gustosamente para colocarte en el trono de Morrowind, pero, ¿es realmente necesario que nos atiborremos hasta morir?”

El resto de los invitados mostraron estar de acuerdo emitiendo gemidos de agradecimiento. Hasta el príncipe Helseth sonrió. Juro por Vaernima, la Dadora de Talentos, mi oscuro señor, que nunca habrás visto una sonrisa como aquella.

“Irónicas palabras. Veréis, un alquimista ha venido hoy a visitarme, de lo que algunos de vosotros, indudablemente, ya estaréis informados. Me ha enseñado cómo elaborar un veneno maravilloso y su antídoto. Una poción más potente, excelente para mis fines. Ningún hechizo de restauración podrá ayudaros una vez que lo hayáis ingerido. Tan solo os podrá salvar de una muerte segura el antídoto de la sopera. Y menuda muerte os espera, por lo que he oído. Estoy deseando ver si los efectos que produce son todos los que me prometió el alquimista. Deben de ser tremendamente dolorosos para los afectados, aunque bastante amenos”.

Nadie pronunció una palabra. Pude sentir cómo el corazón me latía con fuerza dentro del pecho.

“Alteza”, dijo Allarat, el dunmer del que yo sospechaba que estaba aliado con el Templo. “¿Has envenenado a alguno de los comensales de esta mesa?”

“Eres muy astuto, Allarat”, afirmó el príncipe Helseth mientras recorría la mesa con la mirada y se fijaba atentamente en cada uno de sus consejeros. “No cabe duda de que valoro vuestros consejos. Y, de hecho, aprecio a todos los presentes en la sala. Quizás me resultaría más sencillo deciros a quién no he envenenado. No he envenenado a quien solo sirve a un amo, a nadie cuya lealtad hacia mí sea sincera. No he envenenado a nadie que quiera ver al rey Helseth ocupando el trono de Morrowind. No he envenenado a nadie que no sea un espía del Imperio, del Templo, de la Casa Telvanni, de la Casa Redoran, de la Casa Indoril o de la Casa Dres”.

Su Maldad, el príncipe me miró directamente a mí al pronunciar sus últimas palabras. Estoy seguro de ello. Mi rostro está acostumbrado a ocultar mis pensamientos, pero pensé inmediatamente en cada una de las reuniones secretas que habíamos mantenido, en cada mensaje codificado que he enviado tanto a ti como a la casa, mi oscuro señor. ¿Qué es lo qué podía saber? ¿Qué podía, aunque no lo supiera, llegar a sospechar?

Sentí que mi corazón latía mucho más rápido. ¿Era el miedo o el veneno? No era capaz de hablar, ya que estaba seguro de que mi voz traicionaría mi calmada apariencia.

“Aquellos que me son fieles, los que quieren herir a mis enemigos, se preguntarán cómo puedo estar tan seguro de que se ha ingerido el veneno. ¿Es posible que la parte culpable, o debería decir las partes culpables, sospecharan algo y únicamente hubieran simulado comer y beber esta noche? Por supuesto. Sin embargo, hasta los farsantes más astutos habrán tenido que acercar las copas hasta sus labios o introducir tenedores y cucharas vacíos en sus bocas para llevar a cabo su farsa. Debéis saber que la comida no estaba envenenada, pero sí las tazas y la cubertería. Si no tomasteis parte en el festín por miedo, también estáis envenenados, igual que los demás y, tristemente, os habéis perdido un asado excelente”.

El sudor resbalaba por mi cara, por lo que di la espalda al príncipe para que no me viera. Todos los consejeros se habían quedado petrificados en sus asientos. Desde la marquesa Kolgar, blanca de miedo, a Kema Inebbe, que temblaba visiblemente; desde la frente arrugada y enfadada de Allarat a la mirada, fija como la de una estatua, de Burgess.

Entonces, no pude evitar preguntarme si todo el consejo del príncipe estaba compuesto únicamente por espías. ¿Había alguna persona en esta mesa que le fuera fiel? Y, entonces pensé: ¿y si yo no fuera un espía? ¿Confiaría en que Helseth supiera que no lo era? Nadie conoce mejor que sus consejeros la profunda paranoia del príncipe y su implacable ambición. Incluso aunque yo no fuera un espía de la Casa Dres, ¿estaría seguro en ese caso? ¿Podría haber sido envenenado alguien leal por haber sido juzgado equivocadamente debido a un error no tan inocente?

El resto debía de estar pensando lo mismo, tanto los fieles a él, como los espías.

Mientras le daba vueltas a la cabeza, podía oír la voz del príncipe dirigiéndose a todos los allí reunidos: “El veneno actúa rápidamente. Si no se toma el antídoto en un minuto a partir de ahora, habrá muertos sobre la mesa”.

No lograba decidirme sobre si había sido envenenado o no. Me dolía el estómago, aunque me recordé a mí mismo que podría ser el resultado de haberme sentado a un suntuoso banquete sin comer ni beber nada. El corazón me latía con fuerza en el pecho y un sabor amargo como de raíz de trama me llegó a los labios. ¿Era, de nuevo, miedo o veneno?

“Estas son las últimas palabras que oiréis si es que no sois leales a mí”, añadió el príncipe Helseth, sonriendo aún con esa maldita sonrisa mientras miraba cómo sus consejeros se retorcían en sus asientos. “Tomad el antídoto y viviréis”.

¿Debería creerle? Pensé en lo que sabía sobre el príncipe y su carácter. ¿Mataría a un espía descubierto en su corte o enviaría de nuevo al vencido ante sus maestros? El príncipe era despiadado, pero ninguna de esas dos posibilidades encajaba con su forma de actuar. Probablemente, la teatralidad de toda la cena fuera una representación para inculcar miedo. ¿Qué es lo que dirían mis ancestros si me reuniera con ellos tras haberme sentado ante una mesa, tras morir, finalmente, envenenado? ¿Qué es lo me dirían si tomara el antídoto, confesando mi lealtad tanto a ti como a la Casa Dres, y fuera ejecutado de inmediato? Y confieso que hasta pensé en lo que me podrías llegar a hacer incluso tras haber muerto.

Estaba tan exaltado e inmerso en mis propios pensamientos que no vi cómo Burgess saltaba de su asiento. Tan solo percibí de repente cómo agarró la sopera con sus manos y engulló el líquido que contenía. Nos rodeaban unos guardias que yo ni siquiera había visto entrar.

“Burgess”, afirmó el príncipe Helseth, aún sonriendo. “Has pasado algún tiempo en Portón del Fantasma. ¿Eres fiel a la Casa Redoran?”

“¿No lo sabía?”, rió Burgess amargamente. “No a la casa. Informaba a su hermanastra, la reina de Quietud. Siempre he estado a su servicio. Por Akatosh, ¿me envenenó porque pensaba que trabajaba para unos malditos elfos oscuros?”

“En parte tienes razón”, añadió el príncipe. “No adiviné para quién trabajabas, ni siquiera que fueras un espía. Pero te equivocas al decir que yo te envenené. Te has envenenado tú mismo al beber de la sopera”.

Su Maldad, no estimo necesario que escuches cómo murió Burgess. Sé que has visto muchas cosas a lo largo de los numerosos años de tu existencia, pero, sinceramente, no quieras saberlo. Desearía poder borrar de mi memoria las agonías por las que pasó.

El consejo se disolvió poco después. No sé si el príncipe Helseth sabe o sospecha que yo también soy un espía. No sé cuántos otros estuvieron, aquella noche, la pasada noche, tan cerca como yo de beber de la sopera antes de que Burgess lo hiciera. Tan solo sé que si el príncipe no sospecha aún de mí, en el futuro lo hará. No puedo ganar en un juego que él domina desde hace mucho tiempo, desde la corte de Quietud, y ruego a Su Maldad, mi oscuro señor Dhaunayne, que te sirvas de tu influencia en la Casa Dres para liberar a tu leal sirviente de semejante carga.

Nota del editor:
Por supuesto, la firma del autor anónimo no aparece en ninguna copia de la carta, tan solo se refleja en el original. 

de Un espía anónimo

Diario de Staubin

Tras consehuir bajar hasta la mina deshaciéndonos de las arañas, al fin hemos conseguido llegar a la propia Nchuand-Zel. La ciudad está excavada en las pareces de las cuevas que la albergan. Es increíble. Nchuand-Zel vibra, llena de vida, pero sus guardianes yacen dormidos. Esperemos poder averiguar más conforme vayamos avanzando.

* * * * *


Esta zona parece ser el hogar de dos de las familias de la ciudad. Hemos pasado cierto tiempo estudiando el árbol que hay en el exterior de los hogares, pero no alcanzamos a comprender su significado. Stromm se quedará rezagado con uno de los alumnos, con el fin de estudiar la zona en mayor profundidad. Espero con impaciencia sus notas sobre el tema.

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Hoy hemos entrado en el arsenal de la ciudad. Los falmer aún no han conseguido abrirse paso hasta el mejor material de los enanos, gracias a las robustas cerraduras dwemer. Erj dice que puede entrar en las cámaras y que nos avisará cuando lo logre. Las arañas nos han dado mucha guerra, pero ¿quién podría haberse imaginacdo que son lo único que mantiene a Markarth a salvo?

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Una vez que abandonamso el arsenal, decidimos acampar, pero los falmer nos han estado vigilando y ya se han hastiado de nuestra intrusión. Vinieron mientras dormíamos y masacraron a los guardias que nos quedaban. Que Meridia me perdone por usar a mis alumnos como distracción para poder huir, pero tengo que devolver este lugar a la vida.

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hay demasiados...

no le he podido dar al interruptor...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Receta de veneno: miedo

Veneno de miedo:

~Putrefacción de Namira

~Ala de libélula azul

Notas de Erj

Ha sido un error moverse por aquí tan deprisa. Solo me ha llevado unas pocas horas abrir la puerta trasera. Tal vez done una vasija o dos, pero Krag dice que conoce a compradores particulares que me pagarán generosamente por cualquier cachivache que funcione. Tiene que haber algo por aquí.

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Todas las puertas laterales están cerradas, pero este cofre debería contener algo de valor. Cuando salga de aquí me compraré un castillo.

Diario de Krag

Sabía que si excavábamos a la suficiente profundidad, acabaríamos dando con ruinar nuevas. Markarth, una ciudad erigida sobre una ciudad. Gracias a las primeras piezas que hemos recuperado, hemos determinado que el nombre de la ciudad es Nchuand-Zel, aunque no contamos con mucha más información. Al menos hemos recibido una escolta y mañana nos aventuraremos en la ciudad propiamente dicha.

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Apenas ha pasado un día y ya extraño mi escritorio y mi silla. Pensaba que la exploración sería algo más entretenida, pero hasta ahora nos hemos limitado a luchar contra arañas y a investigar los montones de escombros que nos encontramos. Espero que lleguemos pronto a las ruinas principales para poder acampar y empezar a catalogar los objetos que he encontrado.

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Hoy hemos encontrado el arsenal y Erj se ha quedado para intentar dar con una forma de accder a la cámara principal. Si alguien puede con esas cerraduras, es él. Hemos seguido avanzando y hemos acampado aquí para pasar la noche, ya que los guardias dicen que esto es más fácil de defender. He colocado unas pocas runas, por si acaso.

Diario de Stromm

He decidido quedarme con uno de nuestro guardias para documentar en mayor detalle la zona de habitación con la que nos hemos topado. Escribo estas líneas con todo el detalle que me es posible, pero la súbita desaparición de los dwemer hace casi imposible determinar qué es cada cosa.


El árbol
Por los Nueve, me es imposible determinar el propósito de este árbol. Parece proceder del área en torno a Carrera Blanca, aunque cómo y por qué llegó aquí, es algo que se me escapa. Creo que puede ser un regalo del mundo exterior, pero basándome en lo fastuoso de la zona que lo rodea, también podría ser un símbolo de poder. Procederé a examinar las áreas de habitación de la zona en busca de más indicios.


Áreas de habitación
Tras una investigación más detallada de la zona, parece que esta estructura alberga a dos clanes o familias. No se me ocurre ninguna otra razón que explique esta disposición concreta. Cabe la posibilidad de que este grupo supervisase esta concreta de la ciudad. Tendré que comparar mis notas con las de otras áreas, conforme vayamos descubriendo más partes de la ciudad. Espero que allí haya indicios más reveladores. Parece que una pequeña ala se ha derrumbado y tal vez, cuando regrese de la expedición, podamos excabar una nueva entrada.


Los falmer han comenzado a infiltrarse en esta zona de las ruinas. Menos mal que no estoy aquí por mi cuenta.


Hemos conseguido bloquear algunos de los pasos por los que venían los falmer, pero aún llegan hasta nosotros de alguna forma. Juntos, somos capaces de contenerlos, pero ¿cuándo tardarán en regresar Staubin y los demás?

Receta de poción: curar enfermedad

Poción de curar enfermedad:

~Piel de skeever chamuscado

~Quitina de cangrejo de barro

Notas de Daynas Valen

¿Cómo resumir el trabajo de toda una vida? Muy poco de lo que he aprendido importa ya... Los mezquinos políticos de la época antigua, la eterna campaña para eliminar cualquier referencia al nombre de Gauldur.

Ahora sé lo que nos espera en Folgunthur, y aquí se encuentra la verdad de la historia, lo mejor que he podido unir sus fragmentos.


En los albores de la Primera Era, el archimago Gauldur era venerado en el norte. Sabiduría, riqueza, honor y poder eran suyos, e incluso los herederos de ysgramor pedían su consejo.

Los tres hijos de Hauldur, eclipsados por su sombra, se volvieron crueles y rencorosos. Perseguían el poder y el prestigio de su padre y, con el tiempo, Jyrik, el mayor, descubrio su origen: un misterioso amuleto del que nunca se separaba. Juntos conspiraron para asesinar a su padre mientras dormía y dividir el amuleto. Y así lo hicieron.

Consumidos por su nuevo poder, los hermanos arrasaron las aldeas cercanas. Tal fue la masacre que el rey supremo en persona tuvo que intervenir y enviar una compañía de magos guerreros dirigida por el archimago Geirmund para reducir a los hermanos. tras un devastador enfrentamiento, los tres huyeron del campo de batalla.


Mikrul, el más jover, fue abatido el Folgunthur, el antiguo túmulo a los pies de Soledad. Y aunque luchó durante tres días y tres noches, cayó finalmente derrotado y enterrado en ese lugar y cripta fue sellada con una Garra de marfil.

Geirmund persiguió a Kyrik hasta la destrozada cripta de Saarthal, a medio enterrar por aquel entonces. Diez hechiceros veteranos cayeron ante la magia elemental de Jyrik, pero no pudo derrotarlos a todos. Él también cayó y su cuerpo fue sellado dentro de las ruinas de la ciudad.


Y por último, Sigdis fue acorralado en las zonas más meridionales de Skyrim. Desafió a lord Geirmund a un duelo, sabiendo que su enemigo estaba obligado por honor a aceptar. Se midieron en combate con fuerzas de igual a igual y ambos cayeron en el campo de Paraje de Ivar. El rey supremo ordenó construir una tumba para Gairmund en el lago que lleva su nombre e hizo que Sigdis fuera sellado en su interrior, protegido siempre por aquel que lo mató.

El propio Gauldur fue enterrado en una cueva no muy lejos de donde una vez se alzó su torre, en un lugar llamado Roca de la Cuenca, y una vez hecho esto, el rey Harald promulgó un edicto por el que se expurgaban el nombre y los actos de Gauldur y sus hijos de cualquiera registro y de cualquier crónica. No se podía hacer mención a su existencia bajo pena de muerte, ni mucho menos intentar recuperar el amuleto que se había conseguido sellar a tan alto precio

Y así se hizo. Pero parte de esta historia permaneció viva en el tiempo. Lo suficiente.


Han transcurrido mil años y las tumbas siguen selladas. Los fragmentos del Amuleto de Gualdur yacen en su interior. Desde el día en que escuhcé el rumor por primera vez he sentido su poder. Me llama. Me arrastra. Seré yo quien lo recupere, quien lo restituya, quien devuelva su existencia al mundo una vez más. Debo tenerlo. ¡Tiene que ser mío!

Batalla de la Montaña Roja

La Batalla de la Montaña Roja
y
el auge y la caída del Tribunal

[Lo que sigue es la transcripción de las palabras de lord Vivec, dirigidas a un monje disidente, Malur Omayn, que se enfrentó a él por las tradiciones cenicias que rodeaban la batalla de la Montaña Roja y por las profecías de los nerevarinos, y los magistrados de la Inquisición cuyos nombres no conocemos y que se unieron al interrogatorio realizado por Vivec al monje disidente.]

¿Quién puede recordar con claridad los acontecimientos del pasado? Pero me has pedido que te cuente, usando mis propias palabras, los acontecimientos que rodearon la Batalla de la Montaña Roja, el nacimiento del Tribunal y las profecías de un Nerevar renacido. Aquí está lo que puedo contarte.

Cuando los chimer abandonaron por primera vez los rebaños y las tiendas de sus ancestros nómadas y construyeron las Grandes Casas, amábamos a los daedra y los adorábamos como dioses. Pero nuestros hermanos, los dwemer, despreciaban a los daedra, y se burlaron de nuestros absurdos rituales, prefiriendo en su lugar los dioses de la Razón y la Lógica. Así, los chimer y los dwemer estaban siempre enzarzados en una amarga contienda, hasta que llegaron los nórdicos e invadieron Resdayn. Solo entonces los chimer y los dwemer dejaron a un lado sus rencillas y se unieron para expulsar a los invasores.

En cuanto los nórdicos fueron expulsados, el general Nerevar de los chimer y el general Dumac de los dwemer, que habían aprendido a estimarse y respetarse, decidieron hacer las paces entre sus pueblos. En aquella época yo era solo un joven consejero de Nerevar, y la reina de Nerevar, Almalexia, y su otro consejero favorito, Sotha Sil, siempre dudaron de que tal paz pudiera sobrevivir mucho tiempo, dadas las amargas disputas entre los chimer y los dwemer. No obstante, mediante negociaciones y renuncias, Nerevar y Dumac de alguna forma consiguieron preservar una paz frágil.

Pero cuando Dagoth Ur, señor de la Casa Dagoth, y amigo de confianza tanto de Nerevar como de los dwemer, nos trajo pruebas de que el Alto Ingeniero Kagrenac de los dwemer había encontrado el Corazón de Lorkhan, que había descubierto cómo acceder a sus poderes y que trataba de construir un nuevo dios, una burla contra la fe chimer y también un arma temible, todos instamos a Nerevar a que declarase la guerra a los enanos y a que destruyera esta amenaza contra las creencias y la seguridad de los chimer. Nerevar estaba muy preocupado, así que acudió a Dumac y le preguntó si lo que había dicho Dagoth Ur era cierto. Pero Kagrenac se dio por ofendido y le preguntó a Nerevar que quién se creía que era para juzgar los asuntos de los dwemer.

Nerevar se quedó aún más preocupado, y peregrinó a Holamayan, el templo sagrado de Azura. Azura le confirmó que todo lo que había dicho Dagoth Ur era cierto y que la creación de un Nuevo Dios de los dwemer debía evitarse a cualquier precio. Cuando Nerevar regresó y nos contó lo que le había dicho la diosa, sentimos confirmados nuestros juicios, y nuevamente le aconsejamos ir a la guerra, reprendiendo a Nerevar por su ingenua confianza en la amistad y recordándole su deber de proteger la fe y la seguridad de los chimer contra la irreverencia y las peligrosas ambiciones de los dwemer.

Entonces Nerevar fue a Páramo de Vvarden una última vez, esperando que se pudiera preservar la paz nuevamente con negociaciones y concesiones. Pero esta vez los amigos Nerevar y Dumac discutieron amargamente, y como resultado los chimer y los dwemer fueron a la guerra.

Los dwemer estaban bien defendidos en su fortaleza de la Montaña Roja, pero la astucia de Nerevar hizo que la mayor parte del ejército de Dumac saliera al campo de batalla, quedando inmovilizado en él mientras Nerevar, Dagoth Ur y un pequeño grupo de compañeros se abrían paso para entrar en la Cámara del Corazón mediante medios secretos. Allí, Nerevar, el rey chimer, se encontró con Dumac, el rey enano, y los dos se desplomaron debido a terribles heridas y debilitadoras magias. Con Dumac caído, y viéndose amenazado por Dagoth Ur y los demás, Kagrenac volvió sus herramientas al Corazón, y Nerevar dijo que vio a Kagrenac y a todos sus compañeros dwemer desaparecer al mismo tiempo del mundo. En ese instante, los dwemer de todas partes desaparecieron sin dejar rastro alguno. Pero las herramientas de Kagrenac permanecieron, y Dagoth Ur se apoderó de ellas y se las llevó a Nerevar, diciendo: “Ese idiota de Kagrenac ha destruido a su propio pueblo con estas cosas. Deberíamos destruirlas aquí mismo, para que no caigan en malas manos”.

Pero Nerevar estaba determinado a consultarlo con la reina y con sus generales, quienes habían anticipado que esta guerra se produciría y cuyo consejo no quería volver a ignorar. “Le preguntaré al Tribunal lo que debemos hacer con ellas, pues ellos han sido quienes han mostrado la sabiduría que yo no tuve. Permanece aquí, leal Dagoth Ur, hasta mi regreso”. Así le pidió Nerevar a Dagoth Ur que protegiera las herramientas y la Cámara del Corazón hasta su retorno.

Entonces Nerevar fue llevado hasta nosotros, que esperábamos en las laderas de la Montaña Roja, y nos contó todo lo que había ocurrido en ella debajo de nuestros pies. Lo que Nerevar dijo fue que los dwemer habían utilizado herramientas especiales para convertir a su gente en inmortal y que el Corazón de Lorkhan guardaba increíbles poderes. [Solo más tarde supimos por los demás presentes que Dagoth Ur pensó que los dwemer habían sido destruidos, no convertidos en inmortales. Y nadie sabe con seguridad lo que ocurrió allí.]

Tras oír a Nerevar, ofrecimos nuestro consejo tal como nos pidió, y propusimos lo siguiente: “Deberíamos preservar estas herramientas para garantizar el bienestar del pueblo chimer. Quién sabe, tal vez los dwemer no se hayan marchado para siempre, sino que simplemente han sido transportados a algún dominio lejano del que podrían retornar algún día para nuevamente amenazar nuestra seguridad. Por lo tanto, tenemos que conservar estas herramientas para estudiarlas junto con sus principios, y que así las generaciones venideras puedan estar a salvo”.

Y aunque Nerevar hizo saber sus graves dudas al respecto, estuvo dispuesto a acatar nuestro consejo con una condición: que todos jurásemos juntos y solemnemente por Azura que las herramientas nunca se utilizarían de la forma profana que los dwemer habían pretendido. Todos aceptamos de inmediato, y realizamos nuestros juramentos solemnes al dictado de Nerevar.

Entonces fuimos con Nerevar de vuelta a la Montaña Roja y nos reunimos con Dagoth Ur, que rechazó entregarnos las herramientas diciendo que eran peligrosas y que no podíamos tocarlas. Dagoth Ur se mostraba irracional, insistiendo en que esas herramientas solo se le podían confiar a él, y entonces llegamos a la conclusión de que manipularlas le había afectado de alguna forma, pero ahora tengo la certeza de que había descubierto en secreto su poder y había llegado confusamente a la conclusión de que debía quedárselas para sus propios fines. Entonces Nerevar y nuestra guardia recurrieron a la fuerza para recuperar las herramientas. De alguna forma, Dagoth Ur y sus criados escaparon, pero nos hicimos con las herramientas y se las entregamos a Sotha Sil para que las estudiase y las custodiase.

Durante algunos años respetamos los juramentos hechos por Azura ante Nerevar, pero en ese tiempo, secretamente, Sotha Sil probablemente estudió las herramientas y adivinó sus misterios. Al fin, acudió a nosotros con la visión de un nuevo mundo de paz, con justicia y honor para los nobles, y salud y prosperidad para los plebeyos, con los miembros del Tribunal como guías y patrones inmortales. Y dedicándonos a esta visión de un mundo mejor, peregrinamos a la Montaña Roja y nos transformamos con el poder de las herramientas de Kagrenac.

Inmediatamente después de completar los rituales y comenzar a descubrir nuestros recién adquiridos poderes, Azura apareció y nos maldijo por haber olvidado nuestro juramento. Mediante sus poderes proféticos, nos aseguró que su adalid Nerevar, fiel a su juramento, volvería para castigarnos por nuestra perfidia y para asegurarse de que un conocimiento tan profano nunca volvería a usarse para burlarse de los dioses y desafiar su voluntad. Pero Sotha Sil le respondió así: “Los viejos dioses son crueles y arbitrarios, además de distantes con las esperanzas y temores de los mer. Tu época ha pasado. Somos los nuevos dioses, nacidos de carne y hueso, sabios y comprensivos con la necesidad de nuestro pueblo. Ahórrate las amenazas y reprimendas de tu espíritu voluble. Somos valientes y vigorosos, y no te temeremos”.

Y entonces, en ese momento, todos los chimer se convirtieron en dunmer, y nuestras pieles tomaron el color de la ceniza y nuestros ojos el color del fuego. Por supuesto, en aquel momento solo sabíamos que esto nos había ocurrido a nosotros, pero Azura dijo: “Esto no es obra mía, sino vuestra. Habéis elegido vuestro destino y el destino de vuestro pueblo. Todos los dunmer compartirán vuestro destino desde ahora hasta el fin de los tiempos. Os creéis dioses, pero estáis ciegos, y todo será oscuridad”. Y Azura nos dejó solos, en la oscuridad, y todos tuvimos miedo, pero pusimos buena cara y nos dirigimos a la Montaña Roja para construir el nuevo mundo de nuestros sueños.

El nuevo mundo al que dimos forma fue glorioso y generoso, y la adoración de los dunmer fue ferviente y agradecida. Al principio los dunmer tuvieron miedo de sus nuevas caras, pero Sotha Sil habló con ellos y les explicó que no era una maldición, sino una bendición que señalaba el cambio en su naturaleza, y el favor especial del que podrían gozar como Nuevos Mer, nunca más bárbaros temblorosos ante fantasmas y espíritus, sino mer civilizados, que hablaban directamente a sus patrones y amigos inmortales, las tres caras del Tribunal. Y todos nos sentimos inspirados por las palabras y la visión de Sotha Sil, que nos dieron ánimos. Con el tiempo, elaboramos las costumbres y las instituciones de una sociedad honorable y justa, y la tierra de Resdayn conoció durante milenios una paz, igualdad y prosperidad desconocidas para otras razas salvajes.

Sin embargo, Dagoth Ur había sobrevivido bajo la Montaña Roja. Incluso cuando la luz de nuestro valiente nuevo mundo brillaba con más fuerza que nunca, bajo la Montaña Roja se reunía la oscuridad, una oscuridad con un cercano parentesco a la luz brillante que Sotha Sil extraía del Corazón de Lorkhan con las herramientas de Kagrenac. Al ir creciendo la oscuridad, nosotros luchamos contra ella y creamos muros para contenerla, pero nunca pudimos destruirla, pues la fuente de tal oscuridad era la misma fuente de nuestra divina inspiración.

Y en estos últimos días de Morrowind, reducida a una provincia subyugada del Imperio Occidental, con la gloria del Templo desvaneciéndose y viendo cómo la marea oscura se alza desde la Montaña Roja, recordamos a Azura y su promesa de la vuelta de su adalid. Hemos esperado, ciegos y en tinieblas, meras sombras desprovistas de nuestra ardiente visión, avergonzados de nuestra insensatez, temerosos por nuestro juicio y ansiando nuestra redención. No sabemos si esa persona venida de fuera que declara estar llevando a cabo las profecías de los nerevarinos es nuestro viejo compañero Nerevar renacido, o si se trata de una mera marioneta del emperador, un subalterno de Azura o una jugada del destino. Pero insistimos en que te mantengas fiel a la doctrina del Templo y que te ajustes a las constricciones que separan a los escritos sagrados de los apócrifos, y que no hables de lo que no hay que hablar abiertamente. Actúa como debe actuar un sacerdote leal, de acuerdo con los votos de obediencia a los cánones y archicánones, y todo te será perdonado. Desobedéceme, y sabrás lo que es hacerle frente a un dios.


Diario de Daynas Valen

18 de Estrella del alba, 201 de la Cuarta Era

¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde la primera vez que escuché la leyenda de Gauldur? ¿Ocho años? ¿Cien? Ahora no puedo pensar en otra cosa. EL objetivo está al alcance de la mano.

Tras años de búsqueda, por fin he conseguido seguir la pista de la Garra de marfil hasta un coleccionista de Bravil. La muerte era necesaria. Pero la tengo, al fin la tengo.


22 de Estrella del alba, 201 de la Cuarta Era

Tres días cabalgando sin descanso. Llegué a Yunque por delante de mis perseguidores y pasé por el Corredor del Hielo, camino a Soledad una vez más.


29 de Estrella del alba, 201 de la Cuarta Era

Los otros pasajeros empiezan a sospechar. Al volver de cenar sorprendí a un bruto merodeando por mis aposentos. Casi encuentra la garra, y si el capitán no hubiera intervenido, le habría sacado la piel a tiras.

Esperaba pasar el viaje recluido en mi habitación, revisando notas y preparando hechizos, pero debo alejar la atención de mí. Tengo que relacionarme y fingir que no soy más que un simple mago. Por ahora.


2 de Ocaso, 201 de la Cuarta Era

El bruto asegura ser un aventurero que ha ido a buscar fortuna con sus compañeros a las ruinas de Skyrim. Quizá pueda aprovecharme de esa circunstancia y usarlos de cebo para las trampas y los draugr de las tumbar. Percibo codicia en sus ojos. Sí, creo que puede funcionar.

El capitán dice que faltan tres semanas para llegar a SOledad. Si tengo que soportar a estos idiotas más tiempo me tiro al agua.


27 de Ocaso, 201 de la Cuarta Era

En compañía del bruto y de sus compañeros, conduje al grupo a través de la ciénaga hasta Folgunthur, donde acampamos para pasar la noche. Apenas ha cambiado nada desde mi expedición de hace diez años, pero esta vez tengo la garra. Y consehuiré el amuleto.

He pasado la noche preparando un resumen de mis notas, por si necesito algún pasaje de la hsitoria o de la sabiduría popular antigua para superar a los custodios y entrar en la tumba. Después arrojé mis libros y pergaminos al fuego y reduje el trabajo de mi vida a cenizas. A fin de cuentas, hoy es el día del juicio. Si yo no puedo tener el amuleto, nadie lo tendrá.

domingo, 7 de octubre de 2012

¡Levantaos, nórdicos!

Levantaos, nórdicos. Despojaos de los grilletes de la opresión imperial. No os sometáis al yugo de un falso emperador. Permaneced fieles a vuestra sangre y a vuestra patria

El Imperio nos dice que no podemos rendir culto al bendito Talos. ¿Cómo puede el hombre renunciar a un dios? ¿Cómo puede un auténtico nórdico de Skyrim renunciar al dios que se alzó de nuestra propia tierra? El poderoso Tiber Septim, primer emperador y conquistador de toda Tamriel, ascendió a la divinidad para sentarse a la derecha de Akatosh. Tiber Septim, auténtico hijo de Skyrim, nacido en la tierra de la nieve y la sangre y criado en el honor de nuestras gentes, es ahora Talos, dios de la fuerza y el honor. El Imperio no tiene ningún derecho a decirnos que no podemos rendirle culto. 

Torygg, nuestro rey supremo, nos traicionó en favor del Imperio. Cambió a nuestro dios por la paz. Accedió a firmar un pacto con los thalmor, sellado por un emperador de unas tierras distantes. ¿Acaso debemos honrar semejante pacto? ¡No! Mil veces no. 

Que las lecciones de la historia caigan en el olvido. El Dominio de Aldmer y sus señores thalmor declararon la guerra contra los hombres, igual que los elfos le declararon la guerra a Ysgramor y a nuestro pueblo en tiempos remotos. La resplandeciente Saarthal ardió hasta los cimientos, reducida a ruinas y escombros por su ataque traidor. Sin embargo, Ysgramor y sus hijos reunieron a los 500 compañeros y combatieron a los elfos, expulsándolos de Skyrim. En la Gran Guerra que libraron nuestros padres, los elfos volvieron a traicionar a los hombres al atacarnos sin mediar provocación. ¡No podemos confiar ni en el Dominio ni en los thalmor!

Como lo fue Ysgramor, Ulfric Capa de la Tormenta es un auténtico héroe de Skyrim. Su nombre resonará en Sovngarde durante generaciones. Solo él tuvo el valor de acusar al rey supremo Torygg y desafiarle a un duelo de combate. El Thu’um de Ulfric, que Talos mismo le otorgó, acabó con el tirano traidor. Y, con su muerte, nos hemos liberado del yugo Imperial y de los señores supremos de los Thalmor, las sombras tras el trono Imperial. 

El Imperio ha enviado a sus legiones para gobernarnos. Han enrolado a nuestros propios compatriotas para combatir por su causa. Han enfrentado a hermanos contra hermanos y a padres contra hijos. Han hecho que Skyrim luche contra sí misma en su nombre y por su causa. No permitáis que nos dividan. ¡No permitáis que nos conquisten! Repudiad la ley imperial que prohíbe el culto a Talos. ¡Uníos a Ulfric Capa de la Tormenta y a su causa! 

de Anónimo

Ataques de horker

Cómo sobrevivir al ataque de un horker

En mis periplos por Skyrim me he topado con muchos pescadores y cazadores del norte que cuentan relatos fascinantes sobre sus encuentros con herkers. Las historias son variopintas y van desde ataques mortales, hasta el de una chica que asegura que un horker la salvó cuando se ahogaba. Así pues, me he propuesto compilar algunas de estas historias para aquellos que viajen por las costas heladas de Skyrim.

Nuestro primer relato es el de un cazador llamao Gromm. Gromm asegura que una noche, tras un largo día de trabajo como trampero, vio una gran sombra proyectándose contra su tienda. ¿Acabó él con el horker o fue a la inversa?

Gromm era un gran trampero qeu trabajaba en la gélida tundra, reuniendo pieles de zorro. Una noche, cuando estaba a punto de dormirse, escuchó unos ruidos que provenían del exterior de su tienda.

Su primera reacción fue permanecer en calma y ver si la bestia seguía su camino pero, tras unos rugidos amenazadores, Gromm intentó coger su hacha lentamente. La criatura detectó sus movimientos y comenzó a cargar, usando sus enormes colmillos para destrozar la tienda del cazador y derribarlo, haciéndole perder el equilibrio.

Al caer, Gromm consiguió usar un pergamino con un hechizo de Escarcha, pero la magia de hielo parecía hacer poco efecto sobre el horker. Tal vez ese detalle pueda serle de utilidad a alguien.

Tras recuperarse del tambaleo, Gromm pudo ponerse en pie y, con dos buenos mandobles consiguió acabar con el horker. Aunque su campamento había quedado en ruinas, Gromm tuvo la suerte de salir vivo, con solo una herida por la cornada que había recibido en su muslo izquierdo.

El comentario que nos dejó Gromm al marcharse fue que si nos encontramos con un horker, debemos mantener la calma y recordar que, si sobrevivimo, su carne y sus colmillos suelen alcanzar precios importantes en el mercado.

Atlas de los dragones

Atlas de los dragones
Año 373 de la Segunda Era

Recopilado por el hermano Marhnan

En el presente documento se relacionan todos los dragones conocidos, vivos o muertos, incluidos los exterminados por la guardia del dragón desde su fundación, además de los exterminados en épocas anteriores que pudieron ser identificados. Por desgracia existen muy pocos registros de los dragones exterminados por nuestro predecesores alaviri durante la cruzada, y por lo tanto esta lista está lamentablemente incompleta.


Documentados como fallecidos

Nahagliiv: las leyendas locales le dan este nombre al dragón enterrado en el túmulo al oeste de Paraje de Rorik. No se conoce la fecha de su muerte, pero sin duda data de la era de la Guerra de los Dragones.

Odahviing: existen registros que datan de la cruzada de interrogatorios realizados a los miembros del Culto del Dragón capturados que indican que este dragón fue enterrado en un túmulo al sureste de Skyrim, cerca de Riften.

Sahloknir: las leyendas locales afirman que este es el dragón enterrado en el túmulo cercano a Arboleda de Kynes, abatido por el héroe nórdico Jorg Helmbolg en la Primera Era.

Viinturuth: su muerte data de la época de la Guerra de los Dragones, según los documentos encontrados en los templos del Culto del Dragón, que registran su inhumación cerca del lago Yorgrim.

Vuljotuaak: su muerte data de la Guerra de los Dragones o poco después, según los documentos encontrados del Culto del Dragón, que registran su inhumación en un túmulo cercano a la Colina de Granito.


Exterminados por la guardia del dragón

Grahkrindrog: abatido el año 184 de la Tercera Era después de cometer una enorme matanza en Hibernalia y la Marca Oriental. Se confirmó el nombre gracias a la ayuda de los magos del Colegio.

Krahjotdaan: abatido el año 2871 de la Primera Era al sur de las montañas Jerall. Nombre confirmado por el propio dragón.

Dragones sin nombre: se contabilizan 12, tal y como se establece en los anales que datan de la fundación del templo de Refugio Celestial.


Certeza de vida

Ahbiilok: sus avistamientos datan de los primeros años de la guardia del dragón en las Jerrall del norte. Se han llevado a cabo muchos intentos fallidos de acabar con su vida. Se cree que su refugio se encuentra en algún lugar de Morrowind.

Mirmulnir: visto por última vez en la Cuenca, el año 212 de la Segunda Era.

Nahfahlaar: sus constantes alianzas con protectores mortales han impedido su eliminación. Su último protector conocido fue el rey Casimir II de Quietud, al que la guardia del dragón consiguió eliminar el año 369 de la Segunda Era. Consiguió escapar y su ubicación actual es desconocida.

Paarthurnax: el legendario teniente de Alduin en la Guerra de los Dragones. Actualmente se sabe que mora en la Garganta del Mundo bajo la protección de los Barbas Grises de Alto Hrothgar. El mestro Araidh mantiene la política instaurada de evitar el enfrentamiento directo con los Barbas Grises mientras espera la oportunidad de enviar sobre él todo el peso de la justicia.

Respuesta al discurso de Bero

El 14 de Última semilla, un ilusionista llado Berevar Bero pronunció un discurso que demostraba su gran ignorancia en la Capilla de Julianos de la CIudad Imperial. Como los discursos de ignorante son bastante comunos, no había necesidad de responder con una réplica. Por desgracia, desde entonces ha impreso el discurso para uso privado denominándolo "Discurso de Bero a los magos guerreros" y ha recibido algo de atención, poco merecida, en los círculos académicos. Enterremos de una vez sus equivocadas ideas.

Bero comenzó su charla enumerando de forma ocasionalemnte objetiva a famosos magos guerreros, desde Zurin Arcto, el mago guerrero imperial de Tiber Septim, hasta Jagar Tharn, el mago guerrero imperial de Uriel Septim VII. Trataba de demostrar que, llegado el caso, el mago guerrero confía en otras escuelas de magia sin limitarse a la escuela de destrucción que, al parecer, es el punto fuerte característico de un mago guerrero. En primer lugar, permitidme cuestrionar estos supuestos hecho históricos. 

Zurin Arcto no creó al gólem Numidium mediante hachizos de las escuelas de misticismo o de conjuración tal y como alega Bero. La verdad es que desconocemos cómo fue creado Numidium o si era un gólem o un atronach en el sentido tradicional de esas palabras. EL mago guerrero de Uriel V, Hethoth, no era un mago guerrero imperial, simplemente un brujo al servicio del Imperio, por lo que los hechizos que lanzara durante las distintas batallas en Akavir son irrelevantes y no se deberían mencionar en este caso. Bero llama a Welloc, el mago guerrero de la emperatriz Morihatha, "un experto diplomático" pero no un "poderoso estudiante de la escuela de destrucción". He de felicitad a Bero por su correcta identificación de un mago guerrero imperial, pero existen muchos ejemplo documentados acerca de la habilidad de Welloc en la escuelada de destrucción. El sabio Celaro, por ejemplo escribió largo y tendido sobre eh hecho de nube vampírica que Welloc lanzó contra el ejército rebelde de ERosa Negra, que traspasó se fuerza y habilidad a sus oponentes. ¿Qué es esto sino un impresionante ejemplo de la escuela de destrucción?

Bero incluye, con bastante petetismo, a Jagar Tharn en su lista de magos guerreros ineptos. Proponer a un traidor enfermo como ejemplo de comportamiento racional no constituye precisamente un pilar que asiente su teoría. ¿Qué es lo que hubiera preferido Bero: que Tharn se sirviera de la escuela de destrucción para arrasar Tamriel con método más tradicionales?

Bero se fundamenta en su mala interpretación de la historia para establecer las bases de su teoría. Incluso aunque hubiera encontrado a lo largo de la historia cuatro ejemplo magníficos de magos guerreros que lanzaran hechizos no específicos de su escuela, cosa que no ha hecho, tan solo dispondría de pruebas anecdóticas, que no resultan suficientes para demostrar una teoría. He podido encontrar con facilidad cuatro ejemplos de ilusionistas que lanzaban hachizos de curación o de teletransporte de hojas nocturnas. Hay un momento y un lugar para todo.

El argumento de Bero, asentado sobre una base inestable, intenta demostrar que la escuela de destrucción no es una verdadera escuela. Afirma que se trata de un campo de estudio "estrecho y poco profundo" y califica a sus estudiantes de individuos impacientes con tendencias megalomaníacas. ¿Cómo se puede responder a esto? ¿Alguien que no sabe nada sobre cómo se lanza un hechizo de destrucción critica la escuela por ser demasiado simple? Reducir la escuela de destrucción al conocimiento de "cómo provocar el máximo dolor en el mínimo intervalo de tiempo posible" es un idea claramente absurda. Además, expone su ignorancia al confeccionar una lista de todos los complicados factores que estudia su propia escuela, la de ilusión.

Permitidme responderle con la lista de factores que estudia la escuela de destrucción. La forma de pronunciar un hechizo importa más en esta escuela que en ninguna otra según si se trata de un hechizo de contacto, de alcance, de círculos con´cetricos o si se formula primero y luego se desencadena. ¿Cuáles son las fuezas que deben imperar a la hora de lanzar un encantameinto: el fuego, el relámpago o la escarcha? ¿Cuáles son las ventajas y peligros de cada una? ¿Cuáles son las respuestas de los diversos ibjetivos ante el asalta de distintos hechizos de destrucción? ¿Cuáles son las posibles defensas y de cuántas disponen? ¿Qué factores ambientales hay que tener en cuenta? ¿Cuáles son las ventajas de un hechizo de daño retardado? Bero sugiere que la escuela de destrucción no puede ser discreta, aunque olvida todas las maldiciones que se atribuyen a ella y que han afectado a generación tras generación de la froma más inteligente y sutil

La escuela de alteración constituye una entidad distinta y separada de la escuela de destrucción, aunque el argumento de Bero por el que recomienda que se fusionen en un es evidentemente absurdo. Insiste(hay que recordar de nuevo que un hombre que no sabe nada acerca de las escuelas de alteración y destrucción es quien se obstina en esto) en que el "peligro" forma parte del cambio de la realidad al que se enfrentan los hechizos de alteración. La consecuencia es que la levitación, por citar un hechizo de alteración, es prima leana del reyo de conmoción, un hechizo de destrucción. Tendría el mismo sentido decir, que la escuela de alteración, como trata sobre la realidad del cambio, debería absorber a la escuela de ilusión, que se basa en la apariencia del cambio.

En realidad no es una coincidencia que un maestro de la escuela de ilusión lance este ataque sobre la escuela de destrucción ya que, al fin y al cabo, la ilusión consiste en enmascarar la verdad.

de Malviser, mago guerrero

Juicio a las Artes Oscuras

HISTORIA

La nigromancia, comúnmente llamada "las Artes Oscuras", tiene una historia que se remonta a tiempos inmemoriales. Virtualmente todas las leyes primitivas del territorio prohíben su uso bajo pena de muerte. Algunos practicantes independientes de las artes de la brujería, sin embargo, continuaron con su estudio.

La orde Psijic de la isla de Arteum, precursora de nuestro gremio de magos, también prohibió su uso, no solo por ser peligrosa, sino porque su creencia en los espíritus antiguos sagrados y no sagrados la convertían en herejía. A pesar de ello, se han relatado numerosas historias de estudiantes y maestros que ignoraban esta censura. Cuando Vano Galerion salió de Arteum pudo haber tenido algún malentendido con los psijic, pero él también se negaba a aceptar que la nigromancia se enseñase en el gremio.

Han pasado casi 1.100 años desde la époc de Vano Galerion, y han sido muchos los maestros supremos que han liderado este gremio. El tema de la nigromacia aún se sigue debatiendo. La prohibición oficial en el gremio nunca se ha levantado, pero la actitud de sus componentes al respecto ha cambiado durante los años. Algunos maestros supremos se han inclinado a ignararla por completo, otros se han decantado por luchar contra ella y se remureo qur otros son nigromantes.

En mi nuevo cargo como maestro supremo del gremio de magos, es mi deber crear unas pautas sobre el asunto. A pesar de que tengo mi propia opinión personal sobre las artes oscuras, he pedido consejo a dos de los magos más experimentados del Imperio, el maestro Voth Karlyss de Corinthe y la maestra Ulliceta gra-Kogg de Orsinium, y hemos debatido durante dos días.

Lo que se presenta a continuación es el resumen de los puntos, que ha dado lugar a una resolución sobre el tema de la nigromancia.

ARGUMENTOS

Opinión de la maestra gra-Kogg: la nigromancia no se comprende bien. No la haremos desaparecer ignorándola. Como institución intelectual dedicada al estudio de las artes mágicas y de las ciencias, tenemos un deber para con la verdad. Censurarnos a nosotros mismo en nuestra academia no está de acuerdo con nuestra política de neutralidad y objetividad.

Respuesta del maestro Karlyss: el gremio de magos debe considerar este tema con respecto a sus responsabilidades y ética. o censuramos a un estudiante al hacerlo proceder con precaución y con pureza de intenciones. Crear unas reglas y respectarlas no es limitar la libertad de un estudiante; es la esencia de la doctrina.

Opinión del maestro Karlyss: la nigromancia es un tema tabú en el mundo civilizado. Acogerlo públicamente haría que el gremio de magos causara temor y repulsión en la mayoría de los ciudadanos. Vano Galerion quería que esta institución no fuese como la Orden Psijic, la cual era elitista y separatista. Ignoramos la opinión pública por nuestra cuenta y riesgo. Seguramente perderemos simpatizantes en muchos sitios, incluido Morriwind, donde la repulsión es muy fuerte.

Respuesta de la maestra gra-Kogg: sí, debemos tener en cuenta la opinión de la comunidad, pero esto no debe ser el pilar de nuestras reglas dentro de la orden. Para muchos individuos sin educación, los nigromantes solo son magos diabólicos. Es de locos limitar nuestro trabajo por prejuicios y concepciones mal formadas. Es una ofensa hacia el desarrollo del estudio objetivo darle la espalda a un tema simplemente por la opinión pública.

Opinión de la maestra gra-Kogg: los nigromantes son la escoria de Tamriel. Ya sea actuando de forma independiente o con ayuda de los sload o el rey gusano, Mannimarco, ellos son los responsable de muchos horrores, zombis reanimados, esqueletos y otras manifestaciones de los no muertos. Para combatir esta amenaza eficazmente, debemos comprender los poderes de los nigromantes y esto no nos será posible si excluimos el estudio de las artes oscuras.

Respuesta del maestro Karlyss: nadie discute la peligrosidad de las artes oscuras. De hecho, ese es el punto más importante de mi argumanto contra el hecho de que el gremio de magos cree una escuela sobre el tema. Debemos ser conscientes de lo que nuestro enemigo puede hacer, pero no podemos caer en la trampa de mirar demasiado profundamente en sus costumbre y convertirlas en las nuestra. No ayudamos a nadie estudiando el mal, nos convertiríamos en malvados nosotros mismos.

Opinión del maestro Karlyss: la nigromancia es intrínsecamente peligrosa. No se puede "jugar" con ella. El conjuro más simple requiere sangre y comienza a corrmper de inmediato el alama del conjurador. Esto no son conjeturas, son hechos. Es irresponsable por parte del gremio enseñar, y de este modo propagar, esos estudios mágicos que nunca han tenido consuciencias positivas, solo han traído pánico y miseria a este mundo.

Respuesta de la maestra gra-Kogg: todos los tipos de magia son peligrosos para los inexpertos. Un simple hachizo de bola de fuego de la escuela de destrucción puede causar grandes daños si lo invoca un novato, no solo a los demás, sino al mismo mago. La escuela de misticismo instiga al practicante a separar su mente de la lógica, entrar en un estado temporal de locura, y hay quien es de la opinión de que esto equivale a corremper el alma.

Opinión de la maestra gra-Kogg: el gremio ya autoriza algunas formas de nigromancia. Las "escuelas" de magia son, como ya sabemos, construcciones artificiales, creadas por Vano Galerion para dividir, y así simplificar, su estudio. Han sufrido cambios durante los años, pero en esencia, todos los maestros saben que son iguales. Cuando un estudiante de conjuración invoca un fantasma guardián, está entrando en el terreno de la nigromancia. Cuando un estudiante de encantamiento usa un alma en pena, se le puede acusar de usar artes oscuras. La escuela de misticismo, como dije antes, tiene relación con la nigromancia. Decir que los estudiantes no podrían aprender nada sobre la nigromancia sería desacreditar las por otra parte muy veneradas escuelas del gremio.

Respuesta del maestro Karlyss: sí, las escuelas están entrelazadas, pero los conjuros específicos de cada una de ellas han sobrevivido a los tiempo. Sabemos que un estudiante de misticismo, debidamente instruido, no sufrirá ningún daño permanente por su experiencia. De todos modos, es una cuestión de extremos, de cuanto dejaremos que nuestro alumnos profundicen en la materia. La nigromancia por naturaleza se basa en que el practicante se inmerse más de lo que sería seguro en la oscuridad, grarantizando virtualmente su destrucción. No tiene cabida en el gremio de magos.

CONCLUSIÓN

Los riesgos de estudiar la nigromancia no compensan sus beneficios. El gremo no quiere prohibir el estudio a ninguno de sus miembros, pero no tolerará el estudio de las artes oscuras, excepto de formas limitada  con el propósito de combatir sus diabólicas consecuencias. Esto solo se debe llevar a cabo por un selecto grupo de individuos que hayan probado sus cualidades y su sensibilidad hacia el tema. Y, aun así, en todo caso deberán obtener mi permiso expreso y supervisión.

NOTA POSTERIOR

Siento confirmas el rumor que indicaba que la maestra Ulliceta gra-Kogg era algo más que una favorecedora de la nigromancia. Era una nigromante. Después de este revelación, los caballeros del faro intentaron apresarla en la sede del gremio de Orsinium, pero consiguió huir. Depositamos toda nuestra confianza en el maestro que la ha reemplazado en Orsinium.

A pesar de que no estaba de acuerdo, respeté todos sus argumentos lógicos lo suficiente como para incluirlos en este libro, y no veo motivo alguno para extraerlos. Es decepcionante, sin embargo, descubrir que su interés en "la verdad" no era más que un eufemismo a su esclavitud hacia las artes oscuras.

Esta desafortunada situación se limita a ilustrar lo importante que es para los miembro del gremio ser conscientes de los peligros de la nigromancia, y estar alerta a cualquier filtración de alguno de sus practicantes en nuestro gremio de magos.

de Hannibal Traven
Maestro supremo del Colegio Arcano de la Ciudad Imperial

sábado, 6 de octubre de 2012

Hija Niben

BRAVIL
Hija del Niben

Bravil, con su radiante y sencilla belleza y su ilustre pasado, es una de las ciudades más pintorescas de Cyrodiil. Ninguna vista a la parte meridional de la Provincia Imperial estaría completa sin pasear por el vibrante puerto fluvial de Bravil, charlar un poco con los simpáticos niños de la zona y, por supuesto, susurrarle a la famosa estatua de la Anciana Afortunada, como manda la tradición.

Miles de años ates de la llagada de los atmoranos, los ayleid habitaban en las cercanían de lo qeu hoy día es Bravil. Las aguas del Niben, igual qeu en la actualidad, les proporcionaban comida y transporte, aaunque en aquella época la población superaba en número a la actual. No estamos seguros del nombre que daban a esta región, ya que la única palabra que conocemos se traduce simplemtne como "hogar". Estos feroces ayleid estaban tan firmemente atrincherados, que la región de Bravil fue una de las últimas zonas que el ejército alessio liberó, en el segundo siglo de la Primera Era. Aunque, gracias a Mara, quedan pocos resots arqueológicos y culturales de aquella época, los relatos que hablan de su libertinaje y depravación son legendarios.

Los eruditos siguen planteándose cómo pudieron sobrevir sitiados durante tanto tiempo, aunque todos coinciden en que el honor de la victoria fue de Teo Bravillio Taso, centurión de la emperatriz Alessia al que se debe el actual nombre de la ciudad.

Se dice que invadió el poblado hasta cuatro veces, a pesar de su feroz resistencia, pero que al amanecer del día siguiente todos los soldados aparecían asesinados. Cuando llegaban los refuerzos, la ciudad fortificada volvía a estar llena de ayleid. En la segunda invación, encontraron pasadizo subterráneos que lograron cerrar, pero, por la mañana, los soldados volvieron a amanecer muertos y los ayleid poblaban de neuvo la ciudad. Durante el tercer asedio, las legiones se apostaron a las afueras de la ciudad, y vigilaron las vías de entrada y ell cauce del río atentos a cualquier posible ataque. Al parecer, lo cuerpos de los soldados eran arrojados sin vida desde los parapetos de la ciudad.

Teo Bravillio Taso intuía que los ayleid debían de esconderse en algún lugar de la ciuad, a la espera de que cayera la noche, para dar muerte a los soldados mientras dormían. La pregunta era dónde. Tras la cuarte invasión. él mismo inspeccionó con sus soldados cada rincón de la ciudad. Cuando ya estaban a punto de darse por vencidos, un gran centurión se fijó en un par de cosas. En el borde de los escarpados muros de la ciudad, a un altura a la que era prácticamente imposible escalar, se observaba una especia de almenas con estrechas plataformas. Y junto al cauce del río en el interior de la ciudad, descubrió una huella de alguien que no llevaba calzado imperial.

Al parecer, los ayleid se habían escondido en dos sitios distintos. Algunos había levitado hasta la parte superior de los muros, donde pasaban pesapercibidos, y otros, capaces de respirar bajo el agua, se habán zanbullido y ocultado en el río. una vez localizados los extraños escondites de los elfos, resultó muy fácil expulsarlos de la ciudad, con lo que se acabó, por fin, con los asesinatos de las tropas a medianoche.

Parece increíble que toda una comunidad coniera este tipo de hechizos cientos de años antes de que se formase el primer gremio de magos, ya que hasta ese momento, las artes mágicas no estaban al alcance de la gente normal y corriente. Sin embargo, resulta evidente que, al igual que los psijic de la isla de Arteum desarrollaron el misticismo antes incluso de que esta ciencia tuviera nombre, los oscuros ayleid del sur de Cyrodiil dominaban el arte que hoy se conoce como alteración. tampoco es algo tan insólito, si tenemos en cuenta que en esa misma época ya se sabía que algunos ayleid eran cambiaformas. Los antiguos habitantes de Bravil no podían convertirse en bestias ni monstruos, pero sí podían alterar sus cuerpos para ocultarse; una habilidad bastante últil, sin duda alguna, pero no lo suficiente, ya que al final no consiguieron salvarse.

hay día queda muy poco de su presencia de Bravil, aunque la ciudad cuenta con suficientes maravillas arquitectónicas de épocas posteriores. A pesar de la espectarulardad y las bellas líneas de la catedral dedicada a Mara y del palacio de su señoría, ninguna obra de Bravil es tan famosa como la estatura de la Anciana Afortunada

Son demasiadas las fábulas en torno a la anciana y sus orígenes como para enumerarlas todas.

Se cuenta que era la hija ilegítima de una prostituta de Bravil, un comienzo poco prometedor. Los demás niños se burlaban de ella, preguntándole sin cesar quén era su padre. La niña terminaba volviendo a su humilde chabola con lágrimas con los ojos.

Un sacerdote de Stendarr llegó un día a Bravil para realizar algunas obras de caridad. Vio a la pequeña llorando y, cuando le preguntó qué le sucedía, ella le contó la causa de su angustia: no sabía quén era su padre.

"Tus ojos son bondadosos y no eres una mentirosa", replicó sonriendo el sacerdote tras unos instantes. "Está claro que eres hija de Stendarr, el dios de la misericordia, la caridad y la fortuna bien labrada".

Las atentas palabras del sacerdote le llegaron al alma y la cambiaron profundamente. Desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba sobre su padre, ella simplemtne respondía: "Soy hija de la fortuna".

Se hizo posadera y, según dicen, era amable y generosa con sus clientes, y les permitía pagar cuando buenamente podían. Una noche particularmente lluviosa, dio cobijo a un hombre joven cubierto de harapos que, además de no tener dinero, se comportó con rudeza a pesar de que ella le había ofreccido alimento y un lugar para psar la nohce. Al día siguiente, se marchó sin agradecérselo siquiera. Sus familiares y amigos la reprendieron advirtiéndele que debía ser más cuidadosa, ya que ese tipo de sujetos podía ser peligroso.

Una semana más tarde, un príncipe imperial llegó a Bravil en carruaje. Se trataba del mismo joven al que la posadera había ayudado, aunque estaba totalmente irreconocible. Se deshizo en disculpas por su apariencia y comportameinto anteriores. Le explicó que había sido raptado y hechizado por un grupo de brajas, y que no había vuelto a sus cabales hasta mucho después. El príncipe la llenó de riquezas, que, como era de esperar, compartió con toda la gente de Bravil, donde vivió contenta y tranquila hasta el fin de sus días.

Nadie sabe cuándo se erigió su estatua en la plaza ni qué artista la esculpió, pero ha permanecido en ese mismo lugar durante milenios, desde la Primer Era. tanto los habitante de Bravil como todos aquellos que visitan la ciudad se acercan a la Anciana Afortunada para pedirle buena suerte.


Un encantador recuerdo de la encantadora y próspera ciudad de Bravil.

de Sathyr Longleat

Filogenia racial

Notas sobre filogénesis y biología racial, 
séptima edición

por el Consejero de Curanderos de la Universidad Imperial

Después de muchos análisis de especímenes vivos, el Consejo determinó, hace mucho tiempo, que todoas las "razas" de elfos y humanos pueden aparearse entre ellas y tener crías fértiles. Normalmente, la cría detentará los rasgos raciales de la madre, aunque también se pueden presentar algunos rasgos de la raza paterna. Lo que está manos claro es si los argonianos y los khajiitas son fértiles en unión con humanos y elfos. Aunque ha habido muchos informes a lo largo de las diferentes eras sobre niños de estas uniones, así como historias sobre uniones con los daedra, no se ha documentado suficientemente su descendencia. Los khajiitas diferen de los humanos y de los elfos no solo en su fisiología ósea y dérmica (el pelaje que cubre sus cuerpos), sino también en su metabolismo y sistema digestivo. Los argonianos, al igual que los dreugh, parecen ser formas troglófilas semiacuáticas de los huamos, si bien no se ha aclarado mediante ningún método si los argonianos deberían clasificarse con los dreugh, con los hombre, con los mer o (según lo opinión de este autor) con ciertos lagartos arborícolas de la Ciénaga Negra.

Hoy en día aún no se comprende con exactitud la biología reproductiva de los orcos, y ocurre lo mismo con los duendes, trols, arpías, dregugh, tsaesci, imga, varios daedra y muchos otros. Es seguro que ha habido cass de relaciones sexuales entre estas "razas", normalmente a causa de violaciones o seducción mágica, pero no se ha documentado ningún embarazo. La fertilidad de estas criaturas en unión con los homínidos civilizados aún ha de ser demostrada o refutada empíricamente, probablemente debido a las enormes diferencias culturales. Es casi seguro que cualquier bosmer o bretona normal fecundada por un orco se callaría para mantener la honra, y no hay ninguna razón para suponer que una doncella orca fecundada por un humano no sería condenada al ostracismo en su sociedad. Lamentablemente, nuestros juramentos como curanderos no nos permiten forzar a los individuos a copular para satisfacer nuestras ansias de conocimiento científico. Sin embargo, sabemos que las crías de thras son hermafroditas en su fase juvenil y luego reabsorben sus órganos reproductvos cuando son lo suficientemente mayores como para poder desplazarse por tierra. Se puede dar por supuesto con todo seguridad que no existe fertilidad entre estos y los hombres o los mer.

Uno puede seguir preguntándose si la clasificación adecuada de estas mismas "razas", utilizando este término impreciso pero útil, debe realizarse a partir de la presunción de una herencia común, y si las diferencias entre ellas han aparecido a causa de la experimentación mágica, las manipulaciones de los llamados "huesos de la tierrra" o a causa de los cambios graduales experimentados entre una generación y las siguientes.

Catálogo de encantamientos para armas

En este catálgo se encuentran todas la variedades conocidas de encantameintos de armas que pueden lanzar los magos modernos. No aspiro a afirmar que esta lista esté completa. Se están realizando nuevos descubrimientos, y se revelan nuevos encantamientos tan a menudo que esta obra acabará por quedar obsoleta. Aquellos a los que precedo podrán actualizar esta obra según sea necesario


Las armas tales como hachas y arcos pueden portar un amplia variedad de encantamientos. Los más comunes son el fuego, la escarcha y el relámpago. Estos encantameintos simples pero efectivos queman, congelan o provocan una descarga cuando las armas producen un derramaniento de sangre.

Solo ligeramente menos comunes son los encantameinto de armas que absorben magia o aguante. Estos van eliminando la reserva de poder de un hechicero, cansándolo mágicamente igual que las armas que combaten el aguante cansan a sus víctimas físicamente. Al contrario que los encantamientos elementales, el encantamiento por sí solo no puede matar, auqnue el arma misma puede arrebatar una vida.

Igual de poco frecuentes son los encantamientos de miedo. Hay dos variedades, una para los vivos y otra para los no muertos. La primera solo afectará a criaturas vivas, y no a las no muertas o a las craciones maágicasc omo los atronach o los automatas enanos. La segunda hará que los draugr, esqueletos, vampiros y similares salgan huyendo. No se conoce ningún encantameinto de miedo que afecte a las máquinas enanas.

Un encantamiento particularmente insidioso pero relativaemnte común es la trampa de alma. Al entrar en la sangre, el alama de la víctima qeuda ligada. Si muere al poco rato, su alma se trasvasará a una gema de alam próxima. Esta forma de magia solo debería emplearse contra las bestias y monstruos. Usarla contra hombres o elfos es una prácticamente repugmante.

Mucho menos frecuentes son los encantameintos de absorción. Hay tres tipos conocidos, que absorben la salud, la magia o el aguante de sus víctimas. El arma se convierte en un conducto qeu transfiere la energía robada de la víctima al portador del arma. A veces se los llama encantamientos vampíricos. tal como discutimos antes, absorben mágia o aguante no es mortal por sí solo, epro absorber salud puede robarle realmente la vida a una criatura.

Los encantamientos más inusuales son los de destierro y parálisis. El destierro solo afecta a los atronach convocados o a los no muertos alzados por hechiceros. El destierro rompe el lazo entre el lanzador del hechizo y la criatura, haciendo que el atronach convocado vuelva al plano de Oblivion del que vino. Es importante tener en cuenta que los no muertos con disposición propia no se ven afectados por el destierro.

La parálisis es simple pero mortal. La criatura afectada se vuelva rígifa y es incapaz de moverse por un breve periodo de tiempo. Este es uno de los encantamientos más preciados entre los guerreros. Un oponente paralizado puede ser eliminado con facilidad. Es importante tener en cuenta que muchas criaturas son inmunes a la parálisis, por ejemplo los atronach, esqueletos, espectros del hielo y autómatas enanos.

de Vvonne Bienne
Investigadora del Sínodo

2920, Fuego hogar, vol. 9

Fuego hogar
Libro noveno de 2920
EL último año de la Primera Era

2 de Fuego hogar de 2920 
Gideon, Ciénaga Negra

La emperatriz Tavia estaba tendida en su cama. Un viento cálido de finales de verano que ella no podía sentir provocadaba que las contraventanas de su celda golpearan las barras de hierro. La garganta le ardía, pero ella seguía sollozando desconsoladamente mientras estrujaba su último tapiz entre las manos. Sus lamentos resonaban por las vacías salas del castillo Giovasse y hacían que las criadas dejaran de limpiar y los guardias interrumpieran su conversación. una de las mujeres subió las estrechas escaleras para ver a su señora, pero el guardia al mando. Zuuk, permaneció ante la puerta y sacudió la cabeza

"Acaba de enterarse de que su hijo ha muerto", dijo en voz baja.


5 de Fuego hogar de 2920
La Ciudad Imperial, Cyrodiil

"Majestad imperial", dijo el potentado Versidue-Shaie a través de la puerta, "puerdes abrir. Te doy mi palabra de que es completamente seguro. nadie quiere matarte".

"¡Por la sangre de Mara!", se escuchó la voz del emperador Reman III, con un tono sordo, histérico y teñido de locura. "Alguien ha asesinado al príncipe y estaba sosteniendo mi escudo. ¡Puede que pensaran que he sido yo!"

"Seguramente tienes razón, majestad imperial", respondió el potentado, tratando de evitar cualquier insinuación de burla que tuviera su voz mientras movía despectivamente sus negros ojos rasgados. "Debemos encontrar y castigar al malhechor responsable de la muerte de tu hijo, pero no lo podemos hacer sin ti. Tienes que ser valiente por tu Imperio".

No hubo respuesta.

"Al menos, sal y firma la orden de ejecución de lady Rijja", gritó el potentado. "Permítenos deshacernos de una traidora y asesina que ya conocemos".

Tras una breve pausa, se oyó cómo arrastraban algunos muebles. Entonces Reman abrió la puerta, apenas una rendija, pero suficiente para que el potentado viera su enfurecida y asustada cara, así como el terrible montón de tejido rasgado que había sido su ojo derecho. Pese al trabajo de los mejores curanderos del Imperio, todavía seguía siendo el espantoso recuerdo de la obra de lady Rijja en la fortaleza Thurzo.

"Pásame la orden", gruñó el emperador, "será un placer firmarla".


6 de Fuego hogar de 2920
Gideon, Cyrodiil

El extraño brillo azul de los fuegos fatuos, según le habían dicho, una combinación de gas de la ciénaga y energía espiritual, siempre había asustado a Tavia cuando miraba por la ventana. Sin embargo, ahora parecía extrañamente reconfdortante. Más allá de la ciénada se encontraba la ciudad de Gibeon. Era curioso que nunca hubiera puesto el pie en ella, pensó, a pesar de que la llevara viendo todos los días desde hacía diecisiete añoos.

"¿Crees que me he olvidado de algo?", preguntó, volviendo la vista hacia su leal Kothringi Zuuk.

"Sé exactamente qué hay que hacer", respondió él con sencillez. Parecía que sonreía, pero la emperatriz se dio cuenta de que era tan solo su propia cara reflejada en la plateada piel del guardia. Estaba sonriendo y ni siquiera se había dado cuenta.

"Asegúrate de que no te sigan", le advirtió. "No quiero que mi marido sepa dónde ha estado escondido mi oro durante todos estos años. Y llévate tu parte. Has sido un buen amigo".

La emperatriz Tavia dio un paso adelante y desapareció entre la niebla. Zuuk volvió a colocar los barrotes de la ventana de la torre y tiró una manta sobre agunas almohadas encima de su cama. Con un poco de suerte no descubrirían e cuerpo de Tavia sobre a hierba hasta e día siguiente, una vez que él ya estuviera a mitad de camino hacia Morrowind.


9 de Fuego hogar de 2920
Phrygias, Roca Alta

os extraños árboles de ambos lados parecían un montón de protuberancias coronadas por un gran estallido de rojos, amarillos y naranjas, como un montículo de insectos ardiendo. Las montañas de Weothgaria se desvanecían en aquella noche nebulosa. Turala se maravilló ante aquella vista, tan extraña y diferente en comparación con Morrowind, mientras dirigía su caballo hacia un pastizal. Tras ella, con la cabeza moviéndose contra su pecho, Cassyr dormia mientras acunaba a Bosriel. Por un instante, Rurala consideró la posibilidad de saltar la baja valla pintada  que atravesaba el campo, pero se lo pensó mejor. Decidió dejar que Cassyr durmiera durante unas pocas horas más antes de cedere las riendas.

En cuanto el caballo entró en el campo, Turala divisó la casita verde en la siguiente colina, medio escondida en el bosque. Era una imagen tan pintoresca qeu se sintió sumergida en un agradable y relajante estado de adormilamiento. El sonido de un cuerno la devolvió a la realidad con una sacudida. Cassyr abrió los ojos.

"¿Dónde estamos?", siseó.

"No lo só", tartamudeó Turala, con los ojos como platos. "¿Qué es ese sonido?"

"Orcos", susurró. "Una partida de caza. Rápido, dirígete hacia ese bosquecillo".

Turala hizo trotar al caballo hasta un pequeño grupo de árboles. Cassyr le entregó al bebé y desmontó. A continuación, se puso a bajar las bolsas y a tirarlas entre los arbustos. Entonces escucharon un sonido, unas pisadas distantes que retumbaban cada vez más fuertes y másc cerca. Tarala descendió cuidadosamente y ayudó a Cassyr a descargar el caballo. Durante todo este tiempo, Bosriel los miraba con los ojos como platos. turala a veces se preocupaba de que su bebé nunca llorara, pero ahora daba gracias por ello. Tras bajar el último de los bultos, Cassyr dio unas palmadas en el lomo del caballo y esste salió galopando hacia el campo. Cogió la mano de Turala y se escondió entre los matorrales.

"Con suerte", murmuró, "pensarán que es un caboolo salvaje o que pertenece a una graja y no se pondrán a buscar a jinete".

Mientras hababa, una horda de orcos entró en el campo tocando sus cuernos. Turala ya había visto orcos anteriormente, auqneu nunca tantos ni con esa seguridad tan bestial. Rugiendo de placer ante la visión del desorientado caballo, pasaron apresuradamente por delante del árbol en el que se escondían Cassyr, Turala y Bosriel. Agunas flores silvestres volaron por el aire, llenándolo de polen. Turala trató de contener un estornudo y pensó que lo había conseguido, pero un de los orcos oyó algo y, junto a otro compañero, decidió invertigar

Rápidamente, Cassyr hizo acopio de valor y desenfundó su espada. Sus habilidades estaban más relacionadas con el espionaje, no con el combate, pero juró proteger a Turala y a su bebé todo el tiempo que puediera. Quizás consiguiera matar a esos dos, pensó, aunque probablemente gritarían atrayendo al resto de la horda.

De pronto, algo invisible se extendió por los arbustos como el viento. Los orcos cayeron hacia atrás, muertos, Turala se dio la vuelta y vio a una bieja bruja arrugada, de brillante pelo rojo, que salí de un arbusto próximo.

"Pensé que los ibais a llevar hasta mí", susurró sonriendo. "Mejor venid conmigo".

Los tres siguieron a la anciana a través de una profunda brecha que se abría entre zarzas y que crezaba el campo hacia la casa de la colina. Cuando salieron al otro lado, la mujer se volvió para ver cómo los demás orcos se daban un festín con los restos del caballo, un orgía empapada en sangre al ritmo de los cuernos.

"¿El caballo era vuestro?", preguntó. Cuando Cassyr afirmó con la cabeza, ella rió a carcajadas. "Es una carne buena, eso só. Esos monstruos tendrán dolor de estómago y flatulencia por la mañana. Se lo merecen".

"¿No deberíamos seguir huyendo?, susurró Turala, nerviosa por la risotada de la mujer.

"No subirán hasat aquí", sonrió abiertamente, mirnado a Bosriel, que le devolvió la sonrisa. "nos tienen demasiado miedo".

Turala se volvió hacia Cassyr, que sacudió la cabeza. "Brujas. ¿Me equivoco al pensar que esta es la antigua granja de Barbyn, la morada del aquelarre de Skeffington?"

"Sí que lo es"; dijo la vieja emitiendo una risita de niña orgullosa de su mala fama. "Yo soy Mynista Skeffington".

"¿Qué es lo que les hiciste a aquellos orcos en el bosquecillo?", preguntó Turala.

"Los propiné un puñetazo espiritual justo en la cabeza", dijo Mynista mientras seguía subiendo la montaña. Ante ellos se encontraba los terrenos de la granaj: un pozo, un gallinero, un estanque, mujeres de todas las edades realizando tareas, la risa de niños jugando. La anciana se volvió y vio que Turala no lo comprendí. "¿NO hay brujas allí de donde venís, chica?"

"Ninguna que yo sepa", dijo ella.

"En Tamriel ejercen la magia personas de todo tipo", le explico. "Los psijic estudian la magi acomo si de un doloroso deber se tratase. Los magos guerreros, que trabajan en los ejércitos, representan el otro lado de la balanza, ya que lanzan hechizos como si fueran flechas. Nosotras las brujas conversamos en privado, conjuramos y realizamos ceremonias. Para derribar a esos orcos, simplemente les susurró a los espíritus del aire, a Amaro, a Pina, a Tallatha, a los dedos de Kynareth y al aliento del mundo, a los que conozco íntimamente, que golpearan a esos malnacidos hasta la muerte. Ya ves que conjurar no tiene nada que ver con la fuerza, con resolver enigmas o con desesperarse sobr viejos y rancios pergaminos; consiste en fomentar las relaciones. Podríamos decir que se basa en ser amable".

"Bueno, nosotros valoramos sinceramente que haya sido tan amable con nosotros", dijo Cassyr.

"Sí, es lo que tendríais que hacer", dijo Mynista tosiendo. "Vuestra especie destruyó la tierra natal de los orcos hace dos mil años. Antes de eso, nunca subían hasta aquí a molestarnos. Bueno, vamos a dejar que os lavéis y a daros de comer".

Y así Mynista les condujo hasta la granja y Turala conoció a la familia del aquelarre de Skeffington.


11 de Fuego hogar de 2920
La Ciudad Imperial, Cyrodiil

Riijja ni siquiera trató de dormir la noche anterior, y la lúgrube música que tocaban durante su ejecución ejercía un efecto soporítero en ella. Era como si se estuviera obligando a caer inconsciente antes del hachazo. Sus ojos estaban vendados, por lo que no pudo ver al que fuera su amante, el emperador, sentado ante ella, observándola con su único ojo sano. No pudo ver al potentado Versidue-Shaie, con su roolo pulcramente deoblado y una mirada triunfante en su cara dorada. Podía sentir, como entumecida, la mano de su verdugo tocándole la espalda para calmarla. Parpadeó como si estuviera soñando y tratara de despertarse.

El primer golpe fue en la nuca y ella gritó. EL siguiente atravesó de un hachazo su cuello y murió.

El emperador se volvió al potentado con resignación y le dijo: "Ya lo hemos hacho. ¿Decías que tenía una hermana bastante guapa en Páramo del Martillo que se llamaba Corda?"


19 de Fuego hogar de 2920
Dwynnen, Roca Alta

El caballo que las brujas le habían vendido no era tan bueno como el anterior, pensó Cassur. La adoración a los espíritus, el sacrificio y la hermandad debían de ser muy útiles a la hora de conjurar a los espíritus, pero tendían a ablandar a los animales de carga. Pese a todo, no podía quejarse demasiado. Sin la mujer dunmer y su bebé, había tardado poco en recorrer el camino. Ante él se alzaba los muros que rodeaban la ciudad de su tierra natal. casi al mismo tiempo, fue acosado por sus viejos amigos y su familia.

"¿Cómo fue la guerra?", gritó su primo mientras corría al camino. "¿Es cierto qeu Vivec firmó la paz con el príncipe, pero que el emperador se niega a cumplirla?"

"Así no es como fue, ¿verdad?", le preguntó un amigo que se a ellos. "He oído que los dunmer asesinaron al príncipe y después, se inventaron una historia sabre un tratado, auqneu no hay pruebas de que se firmara".

"¿No ha pasado nada interesante por aquí=", rio Cassyr. "La verdad, no tengo el más mínimo interés en hablar sobre la guerra y Vivec".

"Te perdiste la procesión de lady Corda", dijo su amigo. "Llegó cruzando la bahía con todo su séquito y luego se dirigió al este, hacia la Ciudad Imperial".

"Pero eso no importa. ¿Cómo es Vivec?", preguntó su primo con impaciencia. "Se le considera un dios viviente".

"Si dimite Sheogorath y necesitan a otro dios de la locura, él podría ocupar el puesto", afirmó Cassyr de forma arrogante.

"¿Y las mujeres?", le preguntó el chico, que solo había visto a las féminas dunmer en contadas ocasiones.

Cassyr sonrió ligeramente. La imagen de Turala Skeffington le pasó rápidamente por la cabeza para desaparecer un instante después. Ella sería feliz con el aquelarre y su retoño estaría bien cuidado. Sin embargo, ashora formaban parte del pasado, de un lugar y una guerra que quería olvidar para siempre.. Desmontó de su caballo y entró en la ciudad mientras charlaba sobre los banales contilleos en la bahía de Iliac.

de Carlovac Townway